Un Testimonio a los Filósofos.
Una de las actividades misioneras mejor conocidas ocurrió en Atenas, el hogar de algunos de los más grandes filósofos de la antigüedad, tales como Sócrates, Platón y Aristóteles. No obstante, cuán interesante es que con toda la filosofía, y todos sus llamados a la razón y a la lógica, la ciudad todavía estaba “entregada a la idolatría” (Hech. 17:16). Este es un testimonio de que, a fin de cuentas, la filosofía no puede responder a las necesidades humanas básicas.
Lee Hechos 17:18 al 34. ( Lea CBA ) ¿Qué enfoque usó Pablo al tratar de alcanzar a estas personas? ¿Qué fue lo que no usó? ¿Cuánto éxito tuvieron sus esfuerzos?
Los epicúreos enseñaban que la felicidad se obtiene al vivir una buena vida con placeres modestos. Los estoicos, por otro lado, estimulaban a las personas a contentarse con lo que tenían. Juntos, los filósofos estoicos y los epicúreos escucharon a Pablo en el mercado y comenzaron a discutir con él, llamándolo “palabrero” (Hech. 17:18), o “charlatán” (NVI).
A pesar de ridiculizar a Pablo, estos filósofos lo invitaron a hablarles en una reunión en el Areópago –donde se reunían un grupo de filósofos para evaluar enseñanzas nuevas–, en lo que hoy conocemos como el Monte de Marte.
En su discurso, Pablo dio forma a su mensaje a esta audiencia pagana (vers. 22-25) conectándose con su cultura. Se refirió a una estatua que ellos habían levantado al dios no conocido, y lo identifica como el Dios Creador.
En ningún momento se refirió Pablo a las Escrituras, como lo hubiera hecho ante una audiencia de judíos. Más bien, señaló otra vez al mundo natural, con el que ellos estaban familiarizados, y lo conectó con lo sobrenatural. Y, aunque Pablo no usó las Escrituras, su mensaje para ellos fue, claramente, muy bíblico.
¿De qué modo las cosas de la naturaleza hablan a tu corazón acerca de Dios? ¿De qué manera podrías cultivar un mayor aprecio a nuestro Creador por medio de las cosas de la naturaleza?